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Contar con espacios confortables, adecuados y estimulantes en educación es crucial para el aprendizaje y desarrollo. Es importante entender que estos procesos no solo tratan de cuadernos, libros o lápices; tampoco de edificios y aulas, sino que de un entorno físico que influya directamente en la calidad de la educación que se imparte. Una infraestructura adecuada, proporciona un ambiente propicio para el desarrollo integral de las y los estudiantes, fomenta la creatividad, la motivación y el bienestar de toda la comunidad educativa.

Al respecto, el profesor de la universidad de Granada, Fernando Trujillo, dijo: “la escuela debería ser el espacio donde aprendamos a vivir esperanzados”, concepto que se alimenta y crece en espacios bien iluminados, ventilados y con mobiliario adecuado, los que favorecen la concentración y el confort de los estudiantes, lo que repercute directamente en su rendimiento académico. Asimismo, la seguridad en las instalaciones escolares es fundamental para garantizar el bienestar de los alumnos y el personal docente, creando un entorno propicio para el desarrollo integral de las actividades educativas.

Por la misma vereda, la infraestructura educacional también tiene un impacto en la equidad y la inclusión. Instalaciones adecuadas y accesibles para todas las personas, incluyendo aquellas con algún grado de discapacidad, son fundamentales para garantizar que todos los estudiantes tengan las mismas oportunidades de aprendizaje, ya que la falta de infraestructura adecuada puede limitar el acceso a la educación de calidad y perpetuar las desigualdades sociales y educativas.

Con relación a esto, es imposible obviar el estrecho vínculo que tiene la existencia de espacios adecuados con la asistencia al aula, culminación de procesos educativos y resultados académicos. Así se aprecia en un estudio realizado en Estados Unidos por 21st Century School Fund, quedetectó resultados positivos y estadísticamente significativos entre la infraestructura escolar y pruebas estandarizadas para medir procesos de aprendizaje. También, varios estudios señalan que las condiciones físicas de los edificios escolares afectan positivamente las tasas de finalización, culminación del ciclo e incrementos de matrícula.

En el contexto de lo anterior, como SLEP Maule Costa, enfocaremos nuestros esfuerzos en la mejora continua de los espacios educativos, procurando la generación de recintos seguros, confortables y accesibles, que permitan a nuestros estudiantes desarrollar sus aptitudes y sueños, en un lugar que fomente la creatividad y ayude en su concentración.

Pero… ¿qué hacer para lograrlo? Debemos ampliar nuestra mirada, enfocándonos en cada uno de los niveles educativos que conforman la vida escolar, desde los más pequeñitos, que dan sus primeros pasos, hasta los jóvenes, quienes, con el conocimiento y herramientas adquiridas, deben elegir y crear su propio camino hacia la adultez.

Debemos aprender de los errores pasados, replicar las buenas experiencias, mirar más allá de nuestros vecinos. Implementando, por ejemplo, jardines infantiles donde los niños realicen sus actividades sin barreras, adquiriendo habilidades motrices a más temprana edad, mejorando así también la salud y aprendizaje.

En conclusión, podemos decir que la infraestructura es un pilar fundamental para garantizar calidad, equidad e inclusión en el sistema educativo; que un entorno físico adecuado, moderno, seguro y accesible es esencial para crear un ambiente de aprendizaje estimulante, que fomente el desarrollo integral de los estudiantes y por último, que invertir en infraestructura educativa, es invertir en el futuro de una sociedad más justa, equitativa y sostenible.

Ruth Ceroni Castillo

Arquitecta

Subdirectora Infraestructuras,

Mantenimiento e Implementación.

Servicio Local de Educación Pública, Maule Costa